Las bajas temperaturas y los días más cortos suelen poner a prueba incluso a los deportistas más constantes. Sin embargo, mantener la actividad física durante un invierno con fríos extremos es clave para la salud física y mental. ¿Cómo lograrlo sin que el clima se convierta en excusa?

1. Adaptar horarios y espacios: Intentá entrenar en los momentos de mayor luz solar, para aprovechar temperaturas menos extremas y, de paso, estimular la producción de vitamina D. Si el frío es insoportable, el entrenamiento en interiores, como en casa o en un gimnasio, es la mejor opción.

2. Vestimenta adecuada: Optá por prendas térmicas y en capas, que te permitan regular la temperatura corporal. Los guantes, gorros y cuellos son imprescindibles si entrenás al aire libre.

3. Mayor tiempo de calentamiento: En invierno, los músculos necesitan más tiempo para entrar en calor y evitar lesiones. Dedicá al menos 10-15 minutos a movimientos articulares y ejercicios suaves antes de aumentar la intensidad.

4. Rutinas adaptadas: Si la idea de correr bajo cero no te entusiasma, podés enfocarte en entrenamiento funcional, yoga, pilates o rutinas de fuerza en interiores, que no requieren grandes espacios.

5. Motivación extra: Aprovechá aplicaciones, playlists energizantes o desafíos virtuales para mantenerte enfocado. Un seguimiento de tus progresos ayuda a sostener la disciplina.

6. Hidratación y nutrición: Aunque el frío disminuye la sensación de sed, es clave mantener una hidratación adecuada y una dieta equilibrada para sostener la energía y la recuperación muscular.

El invierno no tiene por qué ser sinónimo de pausa. Con algunos ajustes, podés mantener tus rutinas fitness y llegar al buen tiempo en mejor forma que nunca.